El año 2011 se despide y le da el relevo al 2012. Fue un día
de este verano cuando abrí el blog, no sé con qué clase de pretensiones y ni
siquiera sabía si sería solo otro intento de expansión literaria, otra prisión
más para forzarme a escribir e intentar ser alguien en la red.
2012 significa mejorar, aunque no todo será un camino de
rosas. Por más que me esfuerce en eliminar lo que no quiero, los males pueden
acecharme desde cualquier esquina. Es totalmente rutinario, ¿y cómo podría
combatir esto? Fuego con fuego, rutina con rutina. La idea principal es no agobiarse con los problemas y ver más
allá de ellos para superarlos, solucionarlos o sobrellevarlos si esto
último no es posible. Muchas veces me sentiré mal, qué sé yo: frustrada,
cansada, triste… Simplemente me alejaré del problema para recuperar la
perspectiva y haré lo que tenga que hacer. Siempre hay un alféizar al que
agarrarse.
Con el paso de los meses, sobre todo tras el desfile
tropical de nuestro otoño, ser alguien
ha dejado de tener significado. Quiero decir, ¿qué significa para vosotros?
¿Qué es lo que encierran esas palabras?, porque para mí han significado perder
el norte en todos los sentidos. Este año ha sido, por primera vez, el peor
resumen de un año. No estoy diciendo que haya sido una mierda; me refiero a que
ha sido el año de las dudas, de los por
qué, de la constante necesidad de reinventarme, de cambiar mi vida, de
decirle adiós a todas esas cosas que me hacían sentir mal. A día de hoy estoy
contenta por haber tachado alguna de estas cosas, pero esta sensación de
brújula descacharrada no desaparece. ¿Qué es lo que falta? ¿Qué es lo que ha
hecho mi vida tan huracanada?
Aún sigo buscando la respuesta, y esta es la primera razón
para saludar al 2012 con una sonrisa. Algo
en mí dice que el año siguiente se despejarán las dudas. No penséis en esto
como un consuelo, sino como la forma que tiene el Universo de hacer las cosas.
Un día, de repente, tienes que tomar una decisión irrelevante, algo tan
insignificante como llegar media hora más tarde a casa. Y ese solo será el
principio de una serie de decisiones que darán lugar al camino definitivo. Si
la niebla es demasiado densa, esperad a que se disipe.
La siguiente razón tiene mucho que ver con alejar a las personas que configuran los
momentos tristes, dolorosos y patéticos en mi vida. Es sencillo y lógico,
¿verdad? También difícil de poner en práctica, pero he decidido que este año va
a ser así. Voy a arrancar de raíz cualquier mierda que no me hace sentir bien,
y esto va desde una persona a una pegatina en la mesa. Voy a crear un entorno
agradable a mi alrededor. Sé que esta decisión me hará daño al principio; seré
cobarde y no querré aceptar que a largo plazo es lo mejor, pero lo haré, y para
asegurarme de ello pensaré en todas esas oportunidades que he dejado pasar este
año por miedo.
Tormenta de playa |
Ahora querría explicar otra cosa que he aprendido este año y
que podré aplicar el año que viene. Abandonar
no siempre es mala opción ni siempre es sinónimo de perder una batalla. A
veces nos damos cuenta de que vamos en dirección equivocada y no podemos
retroceder, así que hay que bajarse del tren. ‘The hardest part of
ending is starting again’, dice la canción ‘Waiting for the end’ de Linkin Park. Empezar de
nuevo es lo más complicado, con o sin equipaje, con o sin alguien a tu lado.
Por eso no sentiré vergüenza, si bien el miedo es lícito cuando hay que dar un
paso hacia lo desconocido, si tengo que tirar la toalla. Mi orgullo no se
sentirá herido porque ahora, más que nunca, busco la felicidad.
La quinta y última razón es no esperar nada de las personas. No me malinterpretéis, no es en el
mal sentido, no es como decir “no espero nada de nadie porque ya estoy amargada
y dolida con el mundo”. No. Hablo de no pedirle a una persona que haga cosas
imposibles sino aceptarla como es. No intentar cambiarla o eliminar sus
defectos porque luego será frustrante. El río siempre vuelve a su cauce. Las
personas también. Nadie es perfecto y no seremos perfectos para nadie, así que
si quieres diseñar algo ve a los Sims y diviértete, pero no en la vida real. De
esta manera eliminaremos decepciones y llantos provocados, al fin y al cabo,
por nuestro afán de profesores de la vida. Es hora de cambiar “no deberías ser
así” por las siguientes preguntas: “¿hay algo que esté en mi mano?, ¿puedo
ponerme en el lugar del otro y descubrir por qué no piensa igual que yo?”
Quizás así seamos más felices.
Así es como quiero despedir al 2011. Ya no quiero más
propósitos (siempre son los primeros en caer), quiero que las cosas salgan de
mí, y joder, que sea lo que tenga que ser. Desde Recuerdos del Exterior, y ahora desde Eleazar Escribe, os deseo
lo mejor no solo para estas Navidades, sino para el año que está por llegar.